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A CIEN AÑOS DE LA GENERACION DEL 14

Pocos son los años felices, por una razón u otra, las guerras, el hambre, las epidemias, el despotismo y la crueldad han marcado todos los años de la humanidad, eso al menos desde que tenemos memoria histórica, pero ciertamente 1914 es de entre los malos, uno de los peores. El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa Sofía Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, detonó la Primera Guerra Mundial que duraría cuatro años y costaría, al menos, nueve millones de vidas.

Por fortuna no todo fue malo, también en ese año nacieron Octavio Paz y Julio Cortázar, cuyos centenarios se celebran con bombo y platillos. En España Juan Ramón Jiménez publicó “Platero y yo”, libro que desde su primer párrafo cautivó a los lectores de todo el mundo:
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¡Platero!, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...”


Fue también 1914 en que el joven José Ortega y Gasset publicó “Vieja y nueva Política” y “Meditaciones del Quijote”, que tuvieron el carácter de manifiesto fundacional de la “Generación de (19)14” o “Generación Orteguiana”. Por los temas y la oportunidad, ambos textos parecen una respuesta a la obra de Miguel de Unamuno, que había escrito “Vida de Don Quijote y Sancho” y “Del sentimiento trágico de la vida” en 1905 y 1913, respectivamente. La generación previa, la de Unamuno, la del (18)98, estuvo claramente marcada por una gran literatura, al mismo tiempo que vivió en lucha entre el escepticismo racionalista y la fe, entre la España de ayer y la nueva.

La generación del 14, a pesar de contar con grandes escritores, el mismo Ortega y Gasset escribía espléndidamente, fijaron una larga distancia con respecto al encantamiento literario y con las dudas ontológicas finiseculares, para lanzarse sin reticencias al europeísmo, a la modernidad, a la Ciencia, al rigor, al método, al sistema que conduce a explicaciones y proposiciones sociales. Los miembros de la Generación del 14 no se conformaron con contemplar y discurrir sobre España y el mundo desde una torre de marfil, sino que fueron activistas, para decirlo en términos contemporáneos, por ello sus vocaciones son disímbolas no solo fueron filósofos, escritores y poetas, también hubo políticos, educadores, periodistas y entre ellos se encontraban escultores, pintores, ingenieros, médicos.

A esa generación pertenecieron además de Ortega y Gasset, los filósofos Eugenio D'Ors, Manuel García Morente, Ramiro de Maeztu; Manuel Azaña Díaz que llegó a presidir la II República, los médicos Gregorio Marañón y Pi i Sunyer; entre los matemáticos destaca Rey Pastor y el ingeniero e inventor Leonardo Torres Quevedo; historiadores como Sánchez Albornoz; escritores como Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Pedro Salinas y Jorge Guillén; pintores y escultores como Pablo Picasso, Josep María Sert, Sebastián Miranda o Vázquez Díaz y músicos como Manuel de Falla o Rodolfo Halffter.

A principios del siglo XX Europa era la fuente de conocimiento científico y de la invención tecnológica, por ello la generación del 14 que veía en la ilustración científica el único futuro posible para España, volteaba hacía esa Europa. En 1816, Dominique de Pradt, escribió en “Memorias históricas sobre la Revolución Española”:
"..es un error de la geografía haber atribuido España a Europa; pertenece a África: sangre, costumbres, lenguaje, manera de vivir y de combatir; en España todo es africano"
De donde se desprende la frase, erróneamente atribuida a Alejandro Dumas: “África empieza en los Pirineos” y su variante “Europa termina en los Pirineos”.

José Ortega y Gasset escribió una frase emblemática contra esa visión de su patria: “España es el problema, Europa la solución”. La frase orteguiana no fue solo un artificio literario, como ya se expresó la Generación del 14 no estaba solamente discurriendo vanamente, sino actuando, estaban dispuestos a unir a España al tren europeo de la modernidad y de la democracia.
Los jovenes dejaron en claro que sin pretender atentar contra la monarquía de Alfonso XIII -que en 1914 era democrática- pretendían europeizar a España. 
Este anhelo no pudo consumarse durante el reinado de Alfonso XIII, que actuó de manera irresoluta en los cambios necesarios o de plano se opuso a ellos, esto condujo rápidamente al deterioro de su gobierno y al Golpe de Estado de Primo de Rivera que desde 1923 constituyó una “Dictadura militar con el Rey”, obviamente ese esquema era autoritario, como muy en claro lo dejó Primo de Rivera, la decir:
“El país no se impresiona ya con películas de esencias liberales y democráticas; quiere orden, trabajo y economía.”

Pero el mismo Primo de Rivera terminó dimitiendo ante el Rey en enero de 1930, con ello Alfonso XIII tocó fondo en desprestigio, medrosidad e inutilidad. En 1931, los miembros de la generación del 14 constituyeron “La Agrupación al Servicio de la República”, como un órgano civil, de apoyo a esa forma política, siendo presidida por el poeta Antonio Machado que escribió sobre la revolución inminente:
“La revolución no es volverse loco y levantar barricadas; es algo menos violento, pero más grave. Rota la continuidad evolutiva de nuestra historia, sólo cabe saltar hacia el mañana. Para ello se requiere el concurso de mentalidades creadoras, porque si no la revolución es una catástrofe.”

La II República nació en 1931, José Ortega y Gasset fue uno de sus diputado constituyente, pero no por ello se dieron los cambios ansiados, los republicanos obtuvieron el apoyo de la sociedad española en pleno, porque la monarquía había demostrado su impericia, falta de patriotismo y acomodo ante el dictador Primo de Rivera, quien a su vez, había demostrado los pocos o nulos recursos para organizar un gobierno con los militares. En ese momento no había más opción que la República, en especial una república civilizada, prudente y respetuosa dotada de los talentos que España estaba produciendo en grandes cantidades, una república hija de la revolución a que se refirió Machado.

Pero de nuevo ocurrió el desastre, la República en que convivían todos los “ismos” no pudo sobrevivir a sus propias contradicciones, Manuel Azaña, miembro de la generación del 14 y líder de las izquierdas propuso reformas radicales que rápidamente provocaron reacciones negativas dentro del mismo gobierno, a consecuencia de las reformas en el “problema religioso” Niceto Alcalá renunció a la presidencia de la República.

Los afanes reformistas de los intelectuales del 14, tampoco se reflejaron en la II República que vivió intensamente sus propios conflictos, apenas hubo tiempo para reconocer el derecho de las mujeres a votar, a universalizar el derecho a votar y se creó el régimen de autonomías, todo lo cual se incluyó en la Constitución republicana de 1931. No hubo tiempo y acaso tampoco interés en seguir la guía reformista de la generación del 14, y la tormenta que todos preveían llegó, pero con mayor violencia a la esperada.

En 1936, Francisco Franco se sublevó y España padeció una dura revolución intestina, de la que surgió otra dictadura, ahora sin Rey, la de Francisco Franco que permaneció hasta su muerte en noviembre de 1975. Es hasta esta época que España vuelve a las ideas democráticas y modernizadoras de la generación del 14, lleva una transición de terciopelo y publica su constitución en 1978. En 1981 España inicia su incorporación a la Comunidad Económica Europea, para entrar en ella en 1986. Durante el gobierno de Felipe González, España se incorporó a la OTAN. Con ello, por fin, España estaría plenamente unida a Europa y a América. 

La España de esta hora, participa en todos los esfuerzos modernizadores y científicos de Europa, los gobiernos de los diversos “ismos” transitan sin mayor trámite por el Palacio de la Moncloa, con los típicos escándalos que de una democracia se pueden esperar. La apertura democrática y modernizadora de España fue el prolegómeno de los grandes cambios que se avecinaban sobre Europa y que se habían postergado en México y el continente americano, pero que llegaron a finales de los años ochenta y principios de los noventa, sin duda para nuestra américa y para México el rumbo de España fue determinante.

Ninguno de los miembros de la Generación del 14 alcanzó a ver el nacimiento de la España moderna, democrática, europea y científica que tanto amaron, los mayoría de los miembros de la generación fallecieron entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, pero no existe ninguna duda sobre las pretensiones de esa generación, ni sobre sus esfuerzos. 
En 1994, al cumplirse 80 años de la generación del 14, Pedro Cerezo, escribió: “.. pues la España Democrática de hoy representa, en gran medida, la realización del proyecto histórico de la II República, la empresa fundamental de la generación del 14, abortada trágicamente por la guerra civil. No es de extrañar, pues que la herencia cultural y política del 14 constituya nuestro horizonte irrebasable..”
Mas allá de España, la postura intelectual de la generación del 14 dejó huella en nuestra América, pues el prototipo del intelectual, periodista, escritor, poeta y artista que poseemos, imita a Ortega y Gasset, a Machado, a Picasso. El modelo vivo en cada intelectual mexicano, colombiano, argentino o norteamericano de habla hispana, sin saberlo o conscientemente, es el de ellos. De ellos son nuestras frases, ideas, poemas y libros, ellos siguen siendo el primer ejemplo y la principal fuente de reflexión para nuestra propia comprensión.

Sin embargo, en 2014 la opinión española, mexicana, argentina, hisopano americana e internacional han permanecido en silencio, salvo artículos tangenciales en la “Revista de Occidente” -fundada por Ortega- nada se ha escrito, nada sobre esta importante generación única de intelectuales y hombres de acción en el mundo hispano, cuando debiéramos conmemorarlos como adelantados y acertados visionarios, pues la idea de una España y Europa hermanadas fue de ellos antes que de nadie más. Hoy esa filiación es irreversible.

No puede ocultar que fueron militantes y espectadores que vieron el futuro con ojos clarividentes en aquel obscuro momento de la historia mundial, y que a pesar de vivir todas sus vidas en el drama de su patria, Europa y América en el exilio, plasmaron su huella, su testimonio y dejaron su ejemplo en el momento preciso en que fue necesario para trazar nuestra modernidad. Debemos conmemorar a esa generación en su onomático centenario, en esta actualidad democrática, pues a esta sirvieron en su martirizada patria, pero también a la nuestra, pues en México e hispano América aún abrevamos de su prédica, de su genio, de su talento, de su perspectiva.

Antonio Limón López.

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