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LACAYOS "MADE IN MEXICO" EN ARIZONA




No es la primera ocasión que un político norteamericano, inmerso en problemas electorales,  recurre al camino fácil y exitoso de “enfrentar” a un “enemigo exterior infiltrado”, que no por casualidad siempre resultan ser nuestros paisanos, ese es el caso de la gobernadora de Arizona la señora Janice Brewer, quien al firmar la ley SB 1070 se subió al expreso de su segura reelección.

En esencia dicha ley otorga facultades inconstitucionales a las autoridades locales que les permiten molestar, interrogar y exigir informes o documentos, al momento, a cualquier persona que transite en ese estado y motivado solo por la apariencia o por el color de la piel del agraviado, so pretexto de investigar su condición migratoria, algo casi tan oprobioso como lo que padecemos los mexicanos aquí en nuestro país, donde cualquier empistolado con chapa policiaca, puede interceptarnos e interrogarnos por lo que se le ocurra y no por nuestra apariencia sino por sus purititas pistolas y sin más límite que, eso sí, su muy amplio criterio.

En 1994, otro gobernador norteamericano en aprietos, el californiano Pete Wilson, firmó la tristemente célebre proposición 187, que con las mismas disposiciones apenas entró en vigor y de inmediato la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos la declaró inconstitucional y la mandó al basurero de la historia legislativa. Para fortuna, en el caso de Arizona ya el Presidente Barak Obama instruyó a su gabinete legal para que analice la ley y la impugne, pero eso llevará el tiempo suficiente para que la señora gobernadora se reelija y ya entonces pueda hacer profesión de amor a los mexicanos y a su propia constitución.

En respuesta el Presidente de México Felipe Calderón y el Sr. César Nava, presidente del PAN, se dieron tiempo para manifestar su más enérgica protesta en nombre de todos los mexicanos, de aquí, de allá y de acullá, hasta el punto que incluso Felipe Calderón abandonó su tarea preferida y dejó de repartir “dedazos” a diestra y siniestra en el estado de Sinaloa y en otros lares, para continuar corrompiendo la triste vida política de los mexicanos e "indignarse" por lo que ocurre allende la frontera del Río Bravo, en tanto que el joven conservador y muy tradicionalista señorito César Nava, pues también abandonó sus  ocupaciones, que por cierto, lo traen de un ala, para también "indignarse" en perfecta coordinación con su jefe.

Pero ocurre que estas agresiones de verdadero cuño racista se perpetran exclusivamente contra los mexicanos y siempre son impuestas en estados donde la presencia mexicana es abrumadora como en California o Arizona, donde los mexicanos somos casi la mayoría. Además no somos una presencia silenciosa, al contrario la mexicanidad está acompañada de todo el estridente colorido de nuestra cultura, del mariachi, de nuestra banda, de nuestro “tacataca” de nuestra familia y sus bellas tradiciones, de nuestras fiestas, de nuestra cocina, nuestra alegría, nuestra vibrante bandera y claro, nadie puede pasar por Arizona o California sin vernos o sin escucharnos, pero si esto es así, si somos tantos y tan importantes al grado de que ya transformamos la sosa cultura norteamericana en algo mucho más alegre, entonces ¿Por qué? ¿por qué solo contra nosotros y no contra los rusos o los timbuctenses?

¿Por qué sucede esto nada más contra los mexicanos o contra los México-norteamericanos y no contra los cubanos de Miami o contra los italianos, los judíos o los irlandeses de Nueva York?, ¿Por qué únicamente contra los mexicanos o contra la primera generación de sus descendientes ?, ¿por qué, por qué?

Bueno la respuesta es muy sencilla, porque México es un exportador neto de antidemócratas, en cada mexicano que emigra, con todo lo mucho bueno que va, también viaja un antidemocrata absoluto, alguien que en México fue cuidadosamente educado e instruido  contra la Democracia, que no cree en ella y que la considera innecesaria, inútil, banal, mala, pero que además desprecia a los políticos, por considerarlos ineptos, aprovechados, corruptos y despreciables, así que con este bagaje mandamos a millones a California y a Arizona, pero también a Texas y a cada estado de la Unión americana.

Los mexicanos una vez que se establecen en Estados Unidos de América se convierten en excelentes trabajadores y sus familias prosperan con el trabajo duro y honesto, pero por la cultura que recibieron en México no piensan en incorporarse a la vida política norteamericana, no piensan en votar, ni en afiliarse a ningún partido político y por ende, a pesar de su importancia social y cultural, los mexicanos no tenemos peso político y por ende nos convertimos en lo mismo que somos en México, simples lacayos, siervos y nada más.

Por esa razón cuando Pete Wilson atacó de manera directa a la comunidad norteamericana de origen mexicana golpeó en blandito, simplemente porque los mexicanos no votamos ni en México donde gobiernan los peores enemigos jurados de la Democracia,  ni en Estados Unidos donde el que no vota vale menos que un cacahuate y no tiene derecho a quejarse.

En unos pocos años más, otro gobernador con peligro de no reelegirse en Texas o incluso algún presidente yanqui en aprietos electorales, va a promover otra legislación antimexicana y la va a promulgar sin contratiempos, porque simplemente los mexicanos que adquieren el carácter de nacionales norteamericanos no dan el paso siguiente para convertirse en ciudadanos, es decir en electores o en candidatos. En realidad el mexicano quiere la credencial de elector, en México, para cambiar sus cheques o para sacar la visa y ya en EEUU, si adquiere la nacionalidad norteamericana, la quiere para inmigrar a sus familiares y para nada más.

La única manera de cambiar esto, es formando verdaderos ciudadanos en México, verdaderos demócratas, votantes y candidatos que a donde quiera que fueran llevaran el poder del ser ciudadano y entonces sí, a temblar abusones y astutos golpeadores de lacayos y de pobres diablos. Sin embargo cada vez estamos más lejos de formar a ese mexicano capaz de ser soberano en su destino y demócrata cabalmente politizado, como lo podemos descubrir al ver a Felipe Calderón  enfrascado en impedir a toda costa que los mexicanos seamos demócratas, que ha traicionado el primer y mas caro anhelo de los panistas y los mexicanos: la Democracia genuina y simple y se sumó al bando antidemocratico, confundiéndose con la mapachada.

En efecto, prefiere nuestro presidente el escaparate de la falsa indignación ante el hecho consumado, porque además también es la posición más cómoda -ya que Arizona no nos va a declarar la guerra- y porque al precio de uno de sus muy sobados discursos, puede hasta ganar fama de nacionalista o incluso de patriota, en lugar  de optar por la solución verdadera, la de fondo, que es  la de formar ciudadanos y consolidar la Democracia en México, pero para ello tendría que renunciar a ser su peor enemigo, lo cual a estas alturas es  imposible si tomamos en cuenta la avalancha de imposiciones grotescas que realizó en Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz y, para acabar pronto,  en toda la República, donde la habilidosa mano del presidente y sus cómplices se  está robando hasta los mínimos avances culturales de la miserable vida democrática que teníamos, fruto de las elecciones del 2000 y del 2006 y sin duda alguna, seguiremos exportando antidemocratas y por lo tanto víctimas propicias al Norte para hacerles el caldo gordo a los políticos norteamericanos, que siempre necesitan falsos enemigos a modo, sin voluntad cívico-electoral,  perfectamente amaestrados para ser lacayos y dejar que cualquiera los pise allá o aquí o acullá, como ya lo vimos, lo estamos viendo y lo seguiremos viendo.

POR ANTONIO LIMON LOPEZ

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