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Nivel cinco.




El 29 de abril del 2009, la Organización Mundial de la Salud declaró que la alerta de pandemia pasara del nivel 4 en que se sitúo dos días antes al nivel 5, que implica que el virus se contagia de persona a persona y se expande de manera imprevisible cuando menos entre dos países, México y Estados Unidos.

La responsable de la OMS dijo "La gripe pandémica debe tomarse en serio, precisamente por su capacidad para extenderse rápidamente a cualquier país del mundo", alertó y "El lado positivo es que el mundo está mejor preparado para una pandemia que en cualquier otro momento de la historia", agregó.

"Por primera vez en la historia podemos seguir la evolución de una pandemia en tiempo real", precisó. "Las medidas de preparación tomadas ante la amenaza de la gripe aviar fueron una inversión, y ahora nos estamos beneficiando de esta inversión", añadió.

La inminente pandemia ha puesto los ojos del mundo en México, por ser el país con mayor número de casos y porque poco menos de la mitad de sus habitantes vive en la pobreza extrema, porque además carecemos de un sistema de salud pública bien estructurado y de mediano perfil, sin embargo es indiscutible que el Presidente de México ha actuado de manera oportuna y sin reservas ante esta amenaza y otro tanto están haciendo el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el Gobernador del Estado de México y a la distancia los restantes gobernadores empiezan a comprometerse en este afán. No es el esfuerzo de funcionarios de un solo partido político.

Nuestro país a pesar de sus carencias, producto de una desafortunada concepción del gasto público que fomenta el derroche en mala publicidad, en gasto corriente a favor de una clase parasitaria que incluye al gobierno, a los partidos políticos, a los dirigentes de las universidades, a lideres de sindicatos oficialistas y a nuestros financieros que se ha ganado a pulso todo tipo de sospechas, entre otras lacras nacionales, tiene que esforzarse en conjunto bajo la dirección de nuestros médicos y sin escatimar esfuerzo y de forma democrática, actuar de manera oportuna y eficaz contra la amenazante pandemia.

Como bien dice la Sra. Margareth Chan, estamos muy lejos de cuando en el pasado enfrentábamos epidemias sin siquiera saber que las padecíamos, como la del año 1349 que azotó Europa devastándola por las condiciones de extrema insalubridad que eran habituales, en cuanto a nosotros, la peor serie de epidemias fueron las que ocurrieron entre 1521 y 1550, a consecuencia de las cuales las huestes de Cuauhtémoc sucumbieron ante las de Cortés y después, ya en el Virreinato, murió entre el 80 y el 90 por ciento de los pobladores de la Ciudad de México.

Años terribles fueron los de 1648, 1668, 1813 y 1833, en que los jinetes de nuestro Apocalipsis fueron, en primer lugar, la Viruela que llegó con la expedición de Cortés, después la de Sarampión, Varicela, Peste y Paperas que devastaron a la población antes de 1600 y durante este siglo XVII, fue la Peste la que imperó, pero al inicio del siglo XIX resurge la Viruela y después el Cólera, hasta este año en que, de un día para el otro, nos encontramos no con otra Epidemia sino con una Pandemia, no bacteriológica, sino de naturaleza viral, en principio “porcina” y hoy, por acuerdo unánime de la OMS, “humana”.


Las descripciones de la forma en que las epidemias azotaron a nuestro país y al mundo son tan abundantes y dramáticas que bien podríamos reproducirlas aquí, pero sería una grave falta de tacto en estos momentos en que existen familias que sufren y otras que viven en zozobra mientras el resto no sabemos muy bien que es lo que va a pasarnos. Los únicos antecedentes de un esfuerzo en gran escala contra una epidemia nacional, son dos, el primero contra la poliomielitis y el que México asumió contra la epizootia de la Fiebre Aftosa a partir de 1946 y hasta 1955, cuando el ejército a punta de fusil o mejor dicho de lanzallamas, llevó a cabo una campaña sanitaria militar tan cruel y arbitraria que estuvo a punto de desatar otro levantamiento armado, ahora por fortuna las cosas son diferentes.

Hay que decir que ahora comprendemos lo suficientemente bien a esos diminutos seres llamados virus como para enfrentarlos con grandes posibilidades de éxito y sin embargo, los virus son en muchos sentidos un misterio para la ciencia de nuestro tiempo como el centro de la Tierra, el fondo del mar, los ríos de Marte, los quarks, el Big Bang o lo que se encuentra dentro de la cabeza de Vicente Fox.

Para ello la formula es sencilla, higiene, información, solidaridad y humildad para acatar lo que se nos pide, por ello reproduzco parte de la carta que me envía el Lic. Juan Manuel Salazar Pimentel:

“No saluden de mano, de beso, de cachetito, ni de abrazo a nadie y en ningún caso. En vez de eso, sonrían en son de saludo y hagan la señal de la V; de ese mondo evitarán mayormente el peligro de contagio. El uso de la señal de la victoria, adquiere una doble connotación en estos momentos: una primera es como medida material para evitar el contagio, y, la otra es que se nos propone como resultado para superar la epidemia victoriosamente; debemos poder saludarnos todos y con mucho gusto cuando el peligro haya pasado.”

“Diosito no se molestará si dejan de ir a misa unos días; pero si el apego a la fe les lleva a la iglesia, entonces eviten dar la paz a través del saludo de mano; si acaso lo hacen, entonces no se toquen su cara, pelo, nariz ni orejas, y tampoco toquen a nadie más hasta que lleguen a su casa y laven sus manos con agua y jabón.”

“Nada malo nos pasará si aplazamos esa fiesta o reunión que se tenía programada; después la podrán llevar a cabo.”

“Cuídense y recen por los demás y por ustedes mismos; yo ya estoy rogando a Dios por todos nosotros.”

“Un abrazo.”

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